Thursday, November 01, 2012

Crecimiento a golpe de ¡cadáver!



Las novelas de Guadalupe García McCall se destacan entre los títulos para adolescentes latinos por su lirismo, calidad que inspira la lectura sin restarle importancia a las aventuras que expone.
Su nueva novela, "The Summer of the Mariposas", se inspira en el clásico griego "La odisea" que ambienta con personajes misteriosos del folclor mexicano.
La historia gira en torno a cinco hermanas que se embarcan en una gran aventura al sur de la frontera.
Siguiendo la estructura del viaje del héroe, las chicas encuentran todo tipo de obstáculos que deben superar y a su regreso habrán obtenido el conocimiento necesario para afrontar los retos que dejaron en su hogar.
Un año después que el padre abandona a la familia y deja de enviar dinero para el sustento de las niñas, la madre se ve forzada a trabajar, dejando a las hermanas libres para hacer con sus días lo que mejor les parezca.
Las chicas, Odilia, Juanita, las gemelas Velia y Delia y la pequeña Pita, pasan los largos días de verano jugando Lotería y retozando en el río Grande que corre cerca de su casa en Eagle Pass, Texas.
Un día, mientras disfrutaban de las aguas refrescantes del río, el cuerpo de un hombre aparece flotando cerca de las hermanas.
Tras una mezcla de miedo, asco y curiosidad, Juanita -la más alta y fuerte de las hermanas y también la más decidida- se propone sacarlo del agua "como una amazona".
Al quitarles las botas encuentran una bolsa plástica ceñida al pie del cadáver.
En ella aparece un rollo de billetes y un permiso de conducir vencido con su nombre y una dirección en El Sacrificio, justo al otro lado de la frontera.
En lugar de entregarlo a las autoridades, a Juanita se le ocurre que deben llevarlo a su pueblo para que la familia sepa de su paradero.
El llamado de la aventura se intensifica al darse cuenta de que El Sacrificio queda cerca del lugar donde vive su abuela, a quien no han visto desde hace muchos años.
Motivadas por la oportunidad de hacer algo diferente y su compasión por la familia del difunto, en las chicas también opera su propia experiencia de abandono al no saber del paradero de su padre.
Aunque al principio a Odilia no le agrada la idea, termina accediendo al ver que sus hermanas estaban determinadas a cruzar la frontera con o sin su ayuda.
Las "cinco hermanitas" forjan entonces un pacto de unidad y se lanzan al azaroso viaje.
Las hermanas conducen rumbo al sur en el cacharro que había dejado su padre y desde el comienzo se encuentran con personajes reales y sobrenaturales que les retan su firmeza.
Desde La Llorona hasta el chupacabras, las almas aladas de los guerreros aztecas y la deidad Tonantzin, figuran en el trayecto.
El viaje les presenta un sinnúmero de retos que alargan la trama, quizás demasiado para el gusto de los lectores adultos, pero también la aventura para los lectores jóvenes a quienes está dirigida la novela.
La narración incluye otras tradiciones culturales como la quinceañera y el juego de lotería, historias de origen azteca, aromas y sabores típicos de México, expandiendo así el panorama cultural en el que se desarrolla la historia.
La historia destaca también valores universales como la compasión, la unidad y el perdón, ideales que teje en una trama desbordante de aventura e ingenio.

1 comment:

Liz Raptis Picco said...

Aqui esta otra tradición-- Día de los muertos

An infertile woman’s Day of the Dead

I grew up coming home from school, in late October, to a fragrant pot of green pumpkin slices bubbling in brown sugar on the stove and to find the kitchen sink and our bath tub overtaken by a riot of flowers in preparation for Día de los muertos.

On November 1st, we’d pile into our turbo-charged station wagon along with metal tubs full of flowers and head to the family cemetery plots on both sides of the border to sweep up fallen leaves and debris around the headstone, arrange fresh flowers, and to pray the rosary. If we were lucky, my mother would buy us a bright red candied apple as we left the main cemetery in Nogales, Sonora.

My grandmothers each had, I thought, elaborate altars. Nachu, my maternal grandmother had her very own little stucco chapel where she’d find solace among her beloved saints and flickering votive candles. Nana Herminia’s took up one entire wall in her bedroom complete with pious looking saints and Jesus on the cross, but it also camouflaged my grandmother’s safe where she stashed her important documents, collection of gold coins, jewelry, and piles of cash.

My experiences didn’t prepare me for the Día de los muertos we spent in Oaxaca after losing our daughter, Sofia.

Excerpt from --www.stretchmarks.me
Chapter IV – January 1994 to May 1995

“On November 1st, we toured the city from dawn to dusk, taking in everyone’s uniquely glorious altars and stories. We asked for permission to take photographs and the gracious folks of Oaxaca were honored. Since then, I’ve created our own altar and still show off the photographs, every year during Día de los muertos, and have lovingly named the slide show Altarcation.

At nightfall we joined a procession of noisy costumed merrymakers taunting the Grim Reaper as they wound through town and spilled into the main cemetery lit by hundreds if not thousands of candles where families gathered around tombstones to pay their respects in a bittersweet tradition accompanied by food, prayer, and music. Out of respect, Marty and I sat on the cemetery wall, keeping our distance, mesmerized by the open display of sorrow and suffering. I wept with them. My eyes landed on a row of tiny mounds of dirt, each punctuated with a small white cross, all flanked by a huddled family. A sliver of hope, like a jagged piece of broken coral, ascended and pushed against the tidal wave of anger and despair. At least Sofia was alive.”